Se me ha conferido la virtud de la bilocación y ocupo la paradoja de la ubicuidad. Una de las ventajas es la de poder compaginar una vida principal con otra de rango alternativo sin que el desempeño de una malogre el de la otra. Hay situaciones delirantes que he incorporado a mi rutina y a los que ya no concedo ninguna consideración extraordinaria, pero es pensar en ellas para que de pronto sienta una especie de punzada en el pecho y se me desboque el alma, que sale de mi entidad corpórea y adquiere la facultad del vuelo. Ver el alma propia izarse sobre el propio cuerpo es una actividad altamente recomendable, Sin ser una entidad enteramente volátil, se desplaza con convicción en el aire, hace sus cabriolas, se esmera incluso en trenzar unos arabescos que, a poco de exhibirse y convocar el asombro de quienes lo observan, declinan toda inclinación artística y desaparecen sin estruendo. Quien no ha sentido esa epifanía es porque no ha leído.
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