En cuanto me desprenda del quebranto místico al que he confiado el ocio de mis noches, vuelvo a las novelas de Curtís Garlando, vuelvo a todas esas novelas pulp de intenso aroma lúbrico, impregnadas de dulces peligros, que salvaban el alma del peso de la responsabilidad de saberse elegida por los dioses. Ah la feliz travesía de la ignorancia, ah el vértigo sin dueño, ah la fiebre invisible. No saber ya perderse en la serie B en las enormes tardes de verano. Mirar siempre con lupa nihilista la coraza de las cosas, indagar en su corazón sin motivo. Despertarse todas las mañanas con la secreta esperanza de que se obre el milagro y regrese el vampiro plateado. Me confortará cuando flaquee. Yo con mis ojos entornados, yo con mi pecho balbuciente. Yo ya ágrafo y feliz.
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