Para Ana María Díaz, que me la recordó
En lo que está a punto de romperse hay una belleza que no poseen ni la firmeza ni la templanza. Cada error es un anticipo de un milagro. A algunas baladas les ocurre que amenazan con venirse abajo y malograr toda su elocuencia o su ternura. Tienen precisamente en esa anomalía lo que las hace aventajar en emoción a las todas las demás, las previsibles y perfectas, las que parecen orquestadas por la pureza o por la más inefable armonía. You are so beautiful es la constatación de que la imperfección es lo verdaderamente humano. Lo quebradizo como columna. La voz de Joe Cocker contiene la cantidad exacta de quiebra y, al tiempo, no hay nada que la iguale en recogimiento, en desmadejamiento, como si a cada momento anunciara un accidente melódico o vocal o una rotura absoluta que la arruinara. El accidente es precisamente su verdadera condición de obra de arte. No entiendo esta canción en otra garganta que no sea la de este señor. No hubo, a poco que se piense, otra como la suya. Van por el mismo hilo de negritud descompuesta la de Eric Burdon o la de Van Morrison, pero el castigo que Cocker infligió a la suya la hace única. Se aman canciones por lo que mismo que se tiene fe en el aire o en flujo loco del corazón cuando lo arrullan.
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