8.3.23

100 canciones / 9 / Still got the blues, Gary Moore, 1990



A Rafa Roldán


El predicamento de los solos de guitarra en el parnaso del rock o del blues es comúnmente admitido por los adeptos como la quintaesencia del género. El músico se explaya, entra en esa especie de trance donde la melodía torna arabesco, fluido discurriendo con libertad absoluta por el alambique de la inspiración. Hay piezas de las que uno se acuerda por la impronta de ese solo. Los atrevidos, tomados por una súbita revelación melómana o por la inspiración emanada de los mismísimos dioses, hasta restituyen en una guitarra imaginaria los movimientos del guitarrista de turno y acometen cabriolas y trasteos malabares. Es el circo de la belleza. Porque la hay, a espuertas. El solo de Still got the blues, la pieza maestra del guitarrista de rock duro reconvertido aquí en disciplinado y respetuoso ejecutante de blues, es canónica. Tiene la medida exacta de clasicismo y de atrevimiento. Su función es, además, pedagógica: alguien puede pasar de ella a otras manifestaciones más enteramente puras, exentas de ese arrimo comercial que permite tararearla y no pensar en que, en el fondo, es un blues lo que estamos escuchando, uno magistral, por cierto. Se empieza por Gary Moore y terminas con la nómina de músicos del delta del Mississippi de los años veinte con ese sonido sucio y quebrado, de grueso disco de pizarra a 78 revoluciones por minuto. Hasta habrá quien se agencie un gramófono de la época para que la sensación de fidelidad sea más plena. Con todo, legítimamente, a pesar de esa voluntad de ocupar puestos de privilegio en esas listas de discos más vendidos de año, el álbum entero (con el mismo título) es un arrebatador tributo al género, también una invitación a dejar que nos conmueva. El mainstream no marida con el blues, pero hay canciones del genero concebidas para descerrajar la tapa de la pureza, esa caja a veces inútil que impide que el aire corra y la música continúe expandiéndose, ocupando lugares donde no se la esperaba, intimando con un público que no tenía noticia ni interés en ella. 

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