Breviario de vidas excéntricas/ 28/ Armando Cienfuegos
Yo mismo, Hugo Gas, antaño voraz lector, no leo ahora tanto. Rehuyo la literatura que se gusta a sí misma y encuentra con facilidad por donde extenderse, adquiriendo ese innecesario grosor al que doy cada vez menos cobijo. Cuesta encontrar autores a lo Monterroso, que con una línea despachen un cuento y nos dejen, en el butacón, arrebujaditos, contentos de esa prosa contenida, esplendorosa, sucinta, depurada y absolutamente plena. Hay un escritor bonaerense llamado Armando Cienfuegos que gusta de estas menudencias exquisitas a la hora de escribir. Aquí le tenemos pasión. Tiene un volumen con más de cien cuentos (Línea) y otro, recién publicado, admirable. Se llama Cónclave. Son 99 las gemas que lo conforman. No ha tenido ninguno una crítica favorable en la prensa cultural, pero es que no hay aquí una prensa cultural fiable, así que no le demos a ese hecho aislado la relevancia que no tiene. Uno de esos cien cuentos dice así: “La muchacha negra, después de enterrar a su hijo y rezar, se tumbó en la arena y contempló el cielo“. Alguien refirió en una taberna donde hacemos tertulias literarias que la versión original al propio Cienfuegos no le contentó plenamente. En ella era el esposo el fallecido, pero prevaleció el hijo, que tiene más hondura emocional. Ese proceso de depuración estilística o narrativa nos ocupa tardes enteras. En ellas solemos leer su obra. “ He visto morir esta noche al perro de Arquímedes“. Otro: "Me fui desesperando poco a poco hasta que vi una tortuga celeste en el cenador" O: “Las doce hijas de Alfonso Pérez de la Lastra no tienen corazón“. En una reducción necesaria para que el cuento se avenga a esta formula expresiva de contención y pureza, Gas reelabora sus cuentos. El de la muchacha negra tumbada en la arena pasa a la muy sucinta expresión: “Muchacha y arena“. El del perro Arquímedes, “perro, muerte“. Se propone ir más lejos y obviar todo componente semántico, pero todavía no ha dado con una fórmula satisfactoria. Algunos de sus nuevos cuentos son: “Luz con misericordia ”, “Kiwis mecánicos”, “Orilla Brooklyn” o “Reina veinte”. El mejor, a mi entender, se llama “Pubis”. Eso de pubis me acaba siempre de gustar muchísimo. Los manuscritos originales son materia privada. Tal vez Cienfuegos acabe por formular meros sustantivos. Sin más adorno. Hay una legión invisible de imitadores que se aplican en dar con el léxico idóneo. Se reúnen en ateneos culturales y entablan animadas lecturas. Le cursan frecuentes invitaciones, que ignora por completo. A lo sumo, se deja ver cuando saca un nuevo libro de cuentos, escasos, a desgracia nuestra, o cuando desea publicitar alguno en el que ande. Ayer leí en prensa que tiene en imprenta una novela. Este texto mío no acaba de agradarme. Le sobran casi todas las líneas. A Cienfuegos le causaría espanto.
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