4.12.21

Creo todavía en la bondad de la gente. De un modo a veces rutinario, sin apreciar los desaires de algunos, sin caer en la cuenta de todos los atropellos que uno ve en la calle o en una pantalla de televisión. Quizá el mal esté en la indolencia, en el hecho de habernos acostumbrado a que lo natural y lo previsible sea el mal; que el bien, cuando triunfa, escandalice incluso y cree esa especie de malestar que sólo causa lo que no se espera.

No hay comentarios:

Dietario 19 / Unas horas en Venecia

  El Arte produce una epifanía inmediata, una pequeña o gran perturbación, casi un brotar manso y agradecido de lágrimas. Lo sentimos al esc...