Ebrio de honduras,
tal que un dios
abismado en su vértigo,
he visto la luz, la luz
precipitándose en el tiempo,
como anhelaba el poeta;
la luz que inunda
la propiedad de la sombra, la luz
bajo el único ojo posible,
que la retiene y sublima.
No saber qué hacer cuando no se escribe, no tener paliativo, no aducir cansancio, ni siquiera colar la idea de que la musa se ha fugado o...
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