Leído hoy que aleccionar es mucho más fácil que narrar, da igual qué contexto rodee al aserto. Cuando se narra se da por sentado que no será una la capa a abrir, sino muchas. Aleccionar, sin embargo, se limita a cuestionar un modo de pensar y elevar con rango de dogma a otro, que suele ser parcial y también pobre. Estamos cansados de que se nos aleccione. Ah, narrar, qué placer más grande entrar en ese dictado de cosas, en ese recado de vida. Lo otro, la cosa moral que conviene a unos y molesta a otros, no pasa de juego de intereses. El que se dedica a dar un cariz (subyugando otro, cercenándolo) no pasa de clérigo civil. La vida es narración pura. Se coarta con la mirada puesta en un beneficio. El hecho supremo de contar no tiene doblez. Teniendo una infinita paleta de dobleces, no obliga a que se incline la intención a uno solo. En estos tiempos de zozobra, abundan unos y faltan otros. Así vamos.
28.3.21
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