No se apremia uno por medrar, no se obceca, no lo considera en esencia un norte sobre el que conducirse. Ni antes, cuando tal vez convenía o estaba bien visto, ni ahora, cuando la edad nos da otra manera de ver las cosas y el peso que hacemos de ellas no es tan severo, ni tan rígido. En todo caso, confiamos en el azar, en que el azar nos abra un camino y nos censure a su secreta manera otro, le dejamos al azar la escritura de ese proyecto de vida. Las veces en que se alcanza un logro relevante no es por obra exclusiva del talento o del trabajo, pensamos. El azar intercede, el azar se involucra. Y cuando fallamos, cuando no alcanzamos esa cima, pensamos que no lo desbarató nuestro escaso talento o el ineficaz trabajo, el poco constante, sino que fue el azar. Vivimos felizmente delegando todo a esa criatura falible, voluble, maravillosa a veces y lamentable y triste otras. Lo que acabo de escribir es el azar el que lo ha pensado, lo que estás leyendo es el azar el que te lo ha contado. De no ser así, cómo entender entonces que sean unas y no otras las palabras, que encajen como lo hacen, que se censuren a veces y no irrumpan alocada o ciegamente, dejando al que las dejó en una posición de evidencia, alocada y ciega también.
19.3.21
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Comparecencia de la gracia
Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
-
Con suerte habré muerto cuando el formato digital reemplace al tradicional de forma absoluta. Si en otros asuntos la tecnología abre caminos...
-
Celebrar la filosofía es festejar la propia vida y el gozo de cuestionarnos su existencia o gozo el de pensar los porqués que la sustenta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario