27.3.21

Dietario 86

 Hace un rato, al abrir la ventana, clareando el día, la luz era, entera ella, pájaro.

La mejor compañía es la de las palabras. Basta tener la consideración que merecen y andar siempre enamoriscado con ellas. En el momento en que no las cuestionas, cuando no las arrullas, ni les acaricias el lomo cuando se te acercan, todo se viene abajo. Hay días en que no te responden. Por más que solicitas que te auxilien, no acuden, parece que te la tienen guardada y se reservan el derecho de asistir. Ayer no las tuve a mano cuando quise. Me dejaron tirado, se puede decir. No hubo manera, de verdad que no la hubo, de que respondieran a mi llamada. 

En la gran literatura rusa los trenes descarrilan en lo más hondo del hondo invierno. Coges una novela rusa y se hielan las manos. Notas el frío escalarte el brazo como una malla de agujas. A veces no sales de él. Estás de invitado con la familia rusa de la trama. Los ves de lejos, asistes a la representación de su tragedia y buscas con ansia alguna chimenea en las páginas para arrimar un poco de calor a tus manos. 

Leer es contar con otro que te cuente a ti. 



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