19.3.20

Laura



"Nunca olvidaré el fin de semana que murió Laura. Un sol de plata brillaba en mitad del cielo como un enorme y magnífico cristal. Ese fue el domingo más caluroso que recuerdo. Sentía que yo era el único ser humano caminando por Nueva York. En el momento de la muerte de Laura yo estaba solo. Yo, Waldo Lydecker, fui la única persona que de verdad la conoció"

Hay días que te inclinan a ver cierto tipo de cine o escuchar cierto tipo de música. Incluso hay días que propenden al recogimiento. No al prescrito y amonestado, caso de incumplirse, sino el buscado, esa especie de soledad dulce en la que de pronto adquieres la propiedad de  tu tiempo y haces planes, aunque luego se cumplan pocos o hasta ninguno. Lo que importa es esa felicidad brusca al percibir que eres dueño de ti mismo. No es cosa que suceda con frecuencia. Cuando lo hace, no hay placer mayor. Voy a repetirlo: no hay placer mayor. Esta noche tengo plan. Voy a ver Laura. No sé la de veces que la he visto, pero son pocas. De cuando en cuando, apetece volver, entrar en esa trama, de la que sabes mucho, lamentablemente demasiado, pero de la que hay cosas que todavía desconoces. No importa que sea la quinta o la sexta o la séptima vez que la ves. De verdad que no. Hoy toca la historia de Waldo Lydekcer, aunque él no sea el personaje principal, qué más hubiese querido. No destripo la trama. Por si alguien se la ha perdido. No se la pierdan. Por favor, no se la pierdan. Hay películas imprescindibles, pero algunas son más imprescindibles que otras. Laura es un modo de entender el cine. Muchas películas que uno ve después se ven con los ojos de quien ha visto Laura. Búsquenla. Hagan lo posible por encontrarla y déjense persuadir. Solo por ver a Gene Tierney vale la pena. Otto Preminger no ha tenido la consideración que merece. Hasta Dana Andrews (nada del otro mundo como actor) está espléndido. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

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