19.3.20

Spain

Veces en que

Hay veces en que la música llega donde no se atreve ninguna otra disciplina del alma. Son milagros que ocurren y a los que asistimos y de los que después podemos hacer recuento. Nos hacen más felices, qué duda cabe, pero no es solo la felicidad, esa cosa inasible a la que dedicamos tantísimo empeño y tan huidiza y voluble es. Es también la sensación de plenitud. No hace falta nada más. Nada que rivalice con la sensación de colmo. Veces en que escuchas una canción que te sabes de memoria como si fuese la bendita primera vez. Sabes que nota va a ser pulsada, prevés la melodía y, sin embargo, eres burlado, se te confisca esa certeza. La buena música hace eso: te hace frágil, te hace débil también. La belleza nos debilita, cantaba Alison Moyet. En su presencia uno es pequeño y sabe que lo es. Se tiene esa certidumbre, la de la fragilidad y la de la insignificancia. No hay día en que no sienta esa punzada, la de la música. En estas jornadas de precariedad (de miedo, me dice un amigo, lo creo) es bueno guarecerse detrás de la música. Ponerla alta en casa. Subir el volumen. Hacer que lo impregne todo. La pieza de Chick Corea, la inmortal Spain, no es casual. Hay cientos de versiones. Iré trayendo algunas, las que más me gustan. Esta es particularmente magistral. Lo es porque la voz de Bobby McFerrin es prodigiosa, sí, pero sobre todo lo es porque el ensamblaje entre los dos es perfecto. Felicidad. Asombro. Milagro. Perfección. Amor. Cuídense.

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