Dos personajes de Brighton Rock, la novela de Grahan Greene,
conversan brevemente sobre el cielo y sobre el infierno, sobre la fe y sobre su
ausencia. Lo hacen sin estridencias morales, con liviano empeño. Convienen en
que creen, en la razón de creer. Desdeñan al ateo, que no sabe nada,
dice uno de ellos. Hay infierno: puedes ver sus llamas, sus tormentos, esa
condenación... dice Pinkie, el delincuente que ve cercano su fin y filosofa a
su manera. Y cielo también, contesta el otro ansiosamente y lluvia cae con
fuerza mientras hablan), a lo que Pinkie replica: Oh, quizá, quizá.
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