La derrota pertenece a los más tenaces, eso dirán . Ahora gana el que más resiste. Cuenta la perseverancia. Ella reemplaza al logro. Cualquiera vence si encuentra motivos en el fracaso. Habría que hacer una nueva pedagogía de la victoria. Dar con una sencilla estadística que elogie la lectura subjetiva de quienes pierden. Tal vez todos esos verbos antes tan limpios de contenidos se hayan entregado a la voraz maquinaria de esta sociedad feliz y hueca. Es a las palabras a las que le estamos faltando al respeto. Se emplean con resuelta ignorancia de lo que significan. Se advierte esta perversión léxica en el deporte, en la política…Importa el festejo. Ahí se hallan la verdadera inspiración de la liza. Al que legítimamente vence no se le da nunca reconocimiento. El perdedor se embosca en estas maniobras de supervivencia para no reconocer su fracaso. Qué nostalgia de aquellos tiempos en los que en la escuela el equipo vencedor era aplaudido. Qué extraño que ese consenso entre los que contienden suceda. No lo hace con la frecuencia que querríamos. Qué tristeza.
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