Contiene la sombra una parte considerable uno mismo y, al tiempo, no nos incumbe en absoluto, rehúsa representarnos, ninguna de sus atribuciones apareja alguna nuestra. Tan escasa o nula consideración le tenemos que fascina su perseverancia cuando la miramos en detalle. No se ofrece a voluntad, precisa de la injerencia del sol para que despliegue su esplendor antiguo e incomparable. No ha variado jamás. Es la misma sombra del primer hombre. Concurre el mismo astro que ocupó el primer cielo. Irrumpe con idéntica nobleza. No flaquea, no se compunge ni amilana. Va a lo suyo. No sabemos bien qué sucede debajo suya, ignoramos la sustancia de la que está hecha. Al fuego se le encomienda la clausura del mismo fuego; a la luz, la urgencia de la sombra.
8.6.24
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Breviario de vidas excéntricas / 55 / Ismael Lapiedra
Tengo por costumbre no llevarme la contraria, pero a veces me fuerzo a rebatirme. Tal vez me mueva cierto afecto por las novedades o la ne...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
-
Con suerte habré muerto cuando el formato digital reemplace al tradicional de forma absoluta. Si en otros asuntos la tecnología abre caminos...
-
Hay cosas que están lejos y a las que uno renuncia. Tengo amigos que veré muy pocas veces o ninguna. Tengo paisajes en la memoria que no v...
No hay comentarios:
Publicar un comentario