Vivir es a veces no ir ni a ciegas siquiera,
trasegar de lo oscuro a lo oscuro,
abrir los ojos en el latido del barro.
También vivir es dejarse convidar de luz
cuando el pájaro en su limpia fronda de aire
elogia la bondad del paisaje
o el croar de las ranas en la charca
tiene insistencia de salmo
o el fuego, al aplazar la resolutiva ceniza,
se yergue y aspira a permanecer
en la más dulce blonda del tiempo.
La vida, si se toma demasiado en serio,
se resuelve ficción. Así desoye
las admoniciones y fulge entera
como el pájaro en el festejo del vuelo
o la rana en la música del agua
o el fuego cuando por fin adquiere
la majestad de la pied
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