Cada cosa aspira a merecer su sitio. El árbol. La luz. El reloj de la mesita de noche. Las palabras de la tribu contadas por el poeta. Mi paso por el mundo. Imperturbablemente anhelan que nada importune su estancia, pero son las palabras con las que los nombramos las que fijan ese secreto afán por perseverar, por dar con algo parecido a una casa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Breviario de vidas excéntricas / 55 / Ismael Lapiedra
Tengo por costumbre no llevarme la contraria, pero a veces me fuerzo a rebatirme. Tal vez me mueva cierto afecto por las novedades o la ne...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
-
Con suerte habré muerto cuando el formato digital reemplace al tradicional de forma absoluta. Si en otros asuntos la tecnología abre caminos...
-
Hay cosas que están lejos y a las que uno renuncia. Tengo amigos que veré muy pocas veces o ninguna. Tengo paisajes en la memoria que no v...
No hay comentarios:
Publicar un comentario