alegre y tozuda en su desparpajo,
sin otro propósito que cubrir la distancia
entre una cáscara de pipa y otra cáscara de pipa,
la hormiga festeja el camino, huele la semilla,
la saborea sin que nadie lo aprecie,
la piensa con esmero en su boca,
se entretiene en la festiva inminencia del sabor y canta,
festeja la providencia de la tierra,
la hormiga tiene una voz delicada,
algunas la tienen bronca
y poco dócil a las melodías,
pero sirven de coro griego
en los banquetes de la comunidad,
luego está la hormiga disoluta, la hormiga
crápula,
un poco cabra loca, sin tiento ni reposo,
la hormiga que en los manuales del ramo
es señalada como la díscola, de fácil descontento,
emperrada en soliviantar a las otras,
insensible a las etéreas danzas de sus iguales,
esa hormiga merece consideración aparte,
se la suele reconocer por su mirar adusto,
es hormiga de escaso o nulo temor divino,
la metafísica es materia de singular disciplina
entre el gremio de las hormigas,
las hay devotas y las hay blasfemas,
el reino de los cielos está lleno de cáscaras de pipas,
dios tiene a bien dar cobijo
a todas sus extraordinarias criaturas,
se complace en escuchar con celestial arrobo
la música diminuta de estas conmovedoras
piezas de su mecano infinito
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