21.3.20

No haber


No haber visto una película húngara en un cine de verano.
No haber leído a Mann en un balneario.
No haber escuchado la quinta de Mahler en un festival vienés.
No haber aprendido lenguas germánicas medievales.
No haber sido Jimi Hendrix en Woodstock.
No haber despachado mate con Borges en un zaguán porteño.
No haber tenido la voluntad de haber aprendido a tocar el piano.
No haber bebido bourbon con Bukowski en un tugurio de las afueras de Chicago.
No haber escrito un haiku en Japón.
No haberle dicho a Truffaut lo que tendría que haberle preguntado a Hitchcock.
No haber convencido a Robin Williams para que no se retirase tan pronto.
No haber escuchado las variaciones Goldberg tocadas por Michel Petrucciani.
No haber asistido a ningún concierto de The Rolling Stones.
No haber vivido en Londres, ni haber pensado en Wendy y en lo sola que está.
No haber terminado Ulises, ni haber tenido nunca voluntad de hacerlo.
No haber ganado unos juegos florales de provincia, no haber leído con voz impostada los versos más cuajados .
No haber conversado con Cortázar sobre cronocopios y famas.
No haber dormido en hotel Chelsea.
No haber sido instruido en las bondades del campo.
No haber tenido ninguna educación para el dolor.
No haber dicho tantas cosas que dije.
No haber escrito un cuento sobre elfos.
No haber sentido al oído la voz de Dios.
No haber estado en el delta del Mississippi, en un antro en donde toquen blues sucio.
No haber amado más, no haber comprendido que siempre es posible amar más.
No haber sido licántropo, no haber sido fantasma, no haber sido el hombre del saco.
No haber registrado los sueños que en ocasiones recobran su trama en mi cabeza.
No haber conversado con mi amigo Antonio sobre la bondad del género humano después de ingerir una cantidad escandalosa de cerveza.
No haber contado a nadie que amé a Kim Novak.
No haber visitado el Louvre, no haberme perdido un día entero en el Louvre.
No haber confesado a nadie que por la noche, cuando voy conciliando el sueño, elijo cuál fue el mejor momento del día.
No haber amado profundamente a la flacucha de la Hepburn.
No haber votado a Podemos, no haberme arrepentido.
No haber estrechado la mano de Antonio Muñoz Molina, no haberle dicho que admiro su constancia y su honestidad.
No haber caído en la cuenta de que quizá convenga dejar de escribir, no haber sentido de verdad la necesidad de dejar de hacerlo, no haberme convencido de que ya está todo dicho y que sólo me esmero en disimular el bucle en el que ando.
No haber tenido un foxterrier y haberlo sacado a pasear por la Gran Vía.
No haber haberme ido de casa con una amiga que me lo propuso.
No haber amanecido en Islandia.
No haberle dicho a Lynch que no me gusta Laura Dern.
No haber invitado a casa a Hilario Camacho y haberle dado las gracias por hacer poesía y cantarla.
No haber enjabonado a María Schneider en El último tango en París.
No haber bebido Staropramen en Praga en lo más crudo del crudo invierno.
No haber visto a Dios en los grumos del café.
No haber leído un poema de amor a mi amor de los quince años.
No haber tomado café con Benedetti, no haberle dicho que jamás nadie escribió tan bonito y tan sencillo.
No haberle dicho a Manolo Lara que mi libro suyo favorito era El invernadero de nieve (lo grande, a veces, tan pequeño) y no poder decírselo ya.
No haber tenido la oportunidad de decirle a Miles Davis que Kind of blue es una catedral igual que la de León.
No haber sido mejor persona de lo que soy y no saber si lo seré en adelante.
No haber visto la luna en la calle Bourbon.
No haber sido alumno de la universidad de Miskatonic, no haber paseado Arkham.
No haber bebido absenta, no mucha, con Poe en las últimas calles de Boston.
No haber visto la efusión de la divinidad en una ingesta masiva de cerveza en la barra de mi pub favorito.
No haber creído las epístolas, no haber escuchado su rumor trágico de milagros y de poesía.



1 comentario:

g dijo...

No haber escuchado la quinta de Mahler en un festival vienés...

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