5.2.20

La poesía es un milagro secreto

Hay cosas imprecisas a las que uno no les puede dar asiento ni esperanza. Concurren con absoluto normalidad, se acercan con la naturalidad de lo cercano, pero no prosperan, flojean a poco a que insisten, no tienen voluntad de permanencia ni se espera que comparezcan en otra ocasión, cuando las circunstancias sean más favorables. Tal vez ese arrimo de sustancias sutiles (las livianas, las que no hacen casa) sean las más importantes y, sin embargo, transcurrimos sin que nos pertenezcan, vivimos en la creencia de que estamos satisfechos y no hay nada importante que tengamos que reclamar.. A veces, al leer poesía (hoy en un banco en un jardincito en la entrada de una iglesia) he sentido la inminencia de esa revelación, la constancia (muy esquiva, huidiza ella) de que estaba en posesión de un secreto. Se había revelado y yo era el portador de su mensaje. Cuando me levanté del banco, había perdido ese prodigio confiado. Luego volví a casa un poco aturdido. Como si hubiese perdido la propiedad de un milagro y ya no pudiera recuperar su esplendor secreto.

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