22.1.20

Dibucedario de Ramón Besonías 2020 / 17 / Picasso

Crear es no conformarse. También confirmarse en esa disidencia de la conformidad. Uno crea para centrarse y acaba descentrado. El arte es una indagación de la periferia de las cosas. Hay disciplinas visibles y las hay perseverantemente ocultas. Esas son las verdaderas, a poco que uno las indaga y comprende que cualquier objeto puede ser convertido en un objeto artístico. La posibilidad de que todo sea material de trabajo es el motor de quien crea. Picasso era un inconformista. Todo era susceptible de ser incorporado a su incansable hambre creativa. Era excesivo como autor y como persona. Una y otra consideración se entrelazan, conforman un ser indivisible: lo que uno urde se subordina a lo que el otro hace o a la reversa. Esculpir, tallar, pintar, decorar o escribir fueron las maneras de decir. Cualquiera compondría un elemento motivador. Porque por encima de todo (creo que ese era el espíritu, creo que en realidad todo venía a ser únicamente eso) Pablo (muchos más nombres detrás, como Neruda) Ruiz Picasso era un visionario. Lo son todos los que perciben lo que otros no alcanzamos ni siquiera a vislumbrar, escrutan lo invisible y ven, aman el riesgo (que no es tal cosa, sino una probatura novedosa) y hacen un escrutinio estajanovista de la realidad, de la que dependen de un modo tan absoluto que pareciera que hubiese varios picassos, no uno al uso, tangible y lineal, visto lo que hicieron, apreciando cómo cambiaron de patrón a cada instante, cómo abandonaron modos de hacer las cosas y abrazaron otros.


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