11.1.20

Joder


Al buen decir de algo o al elogio vertido sobre alguien se opone muchas veces la maledicencia. Calumniar, difamar o denigrar carecen de antónimo en nuestro fértil y boscoso idioma. El lenguaje exhibe el grosero alarde de gustarse en lo negativo, sin hacer convocatoria semántica del vocablo laudatorio, poco agraciado en este festín. Parece reacio a que abunde la loa y se esmera sin pudor en fomentar la mala palabra, la que insulta, la bélica incluso. No habrá buenadicencia, supongo. No es vocablo al que acudir, no está reverenciado ni se prevé que asista a la conversación diaria y así la jerifaltía de insignes de la RAE la incluya en sus caros (y utilísimos) tochos normativos. Una pena, en efecto. Lo que rebaja no posee su término positivo. No con abundancia, al menos. No con pompa y afecto hacia el halago. Hay poco halago. Debiera instruirse como disciplina académica. Igual los nuevos planes educativos la implementan y prestigian. No sabe uno. Qué va a saber. La semántica se recrea más en lo malo, elude si puede la bonanza, no está tan extendida. Somos así los hablantes: maledicentes, joder.

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