28.10.24

Las cuentas del poeta


Un hombre abre con desmesura sus ojos hasta que arde.
El fuego ocupa la tarde que bulle como un beso novicio.
Este desnudo en mitad de un sueño, esta fulgor sin melancolía.
Sucede la vida mientras no voy a ninguna parte.
Esta luz de temblor y clausura es de los poetas.
Ellos la cogen en sus manos y la mecen
con infinita dulzura o con turbio afán.
Uno tras otro concurren los años compartidos con el miedo.
Danzan con la espalda cansada y el gesto hueco.
Tarda uno la vida entera en descubrir que eran suyos.
Lo que es del silencio regresa siempre a su causa antigua.
No hay dolor que no acabe ahuyentado por la insistencia.
Persevera el verbo, sus tigres con hambre.
Me explotan cien sonetos en el pecho, soy el poeta.
Con cautela, con el primor del arquero ciego, escribo uno.
Cuento la fragancia de las sílabas, ordeno el festín de las palabras.

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