Cosas a ratos confusas que seducen como si contuvieran la armonía misma en su cerrado interior. Sabes que estás siendo engañado, pero avanzas. La credulidad es un estorbo. Lo mejor es ir a ciegas. Dejarse llevar. No saber y no tener interés alguno en que se nos instruya. Esa permeable trama de las cosas. La realidad es un artefacto arcano. Por más instrumentos con los que la manejas más certeza posees de que no la haces tuya. Como una fruta perfecta que se corrompe a poco que la abres con la intención de comerla. Trae el verano toda este voluble inventario de bruma y de pereza. Está el sol en su fanfarria de forja de Vulcano. Odio el calor con absoluto desempeño del odio. Es una liza perdida: no me incumbe la victoria, se aleja nada más avistarla. No sé combatirla. Carezco de cualquier iniciativa creativa que la palie. El recostado un poco melancólico debajo del split no es un recurso imaginativo. Lo único bueno de esas tardes infinitas en las que uno imagina arder la calle es la posibilidad de sestear o de consumir cine sin pudor, indiferente a si es una obra de arte la que hemos escogido o es una cosa infumable de serie B o un engendro hueco. A veces son los mejores. Uno es exigente después, cuando el calor se retira. Mientras está cerca, no tenemos voluntad. Yo, al menos, no la tengo. Me dejo llevar, me hago amigo de la bruma indecente de no pensar en nada, me enamorisco de la pereza, me dejo conmover por los vapores exquisitos de la modorra. Cuento en el calendario los plazos para que la calina retire su ejército furiosO.
4.8.20
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1 comentario:
"Me dejo llevar, me hago amigo de la bruma indecente de no pensar en nada, me enamorisco de la pereza, me dejo conmover por los vapores exquisitos de la modorra"...jajaja me ha gustado mucho.. Creo que nos pasa a todos o a muchos.. encantador espacio de buena lectura.. Un placer descubrirlo. Saludos
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