A lo primero a lo que uno se inclina en Kafka es a considerar la acústica de esa palabra. Kafka. Kafka. Kafka repetido una docena de veces. Hay una belleza ineludible, con la que se abren paso algunas de las bellezas menos evidentes o un tipo singular de belleza sin la que yo mismo no podría subsistir al modo en que ahora lo hago. El gris Kafka, el escritor, el oficinista, soporta la realidad en la creencia de que las noches las llenará de armonía o de caos con su escritura. Escribimos para que las noches limpien todo lo gris que ha ido abandonando el día o para enturbiarlo adrede. Con la propia mano. Haciendo del error un mapa. Se escribe para estar a salvo del rigor del mal o de la tristeza. Somos Kafka en una habitación, mirando la hoja en blanco, pensando en cosas que no podrían explicarse a viva voz nunca. Kafka en la soledad infinita del alma. Kafka era un ángel oscuro, un completo desgraciado con un don. Un espejo también.
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2 comentarios:
Me ha gustado mucho...
Yo escribo, aunque mal, para drenar el alma... por desahogo... por desasosiego... y me da resultado...
Hola, todo depende del estado de ánimo, pero creo que los escritos reflejan un poco todo aquello que nos perturba o que nos hace sentir. Saludos. Un placer conocer tu blog.
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