28.8.20

La luz está hecha de barro

Uno se esmera en congraciarse con el prójimo y llevarse bien con todo el mundo, pero a veces conviene granjearse cierta animadversión ajena. No es un arrebato gratuito de hostilidad, ni anima ese anhelo un capricho o una licencia frívola. No tener con quien enemistarse es evidencia de que las posibles amistades que uno posea y con las que aplique la bondad, la ternura y todos los sentimientos más nobles que se tengan a mano no valgan en perspectiva, carezcan de una brújula moral que las encauce y todas se vistan con la misma democrática indumentaria. Alguien al que negar el saludo para ejercerlo más tarde (cuando proceda el gesto) con mayor eclosión anímica, con un entusiasmo que abrume y exhiba la integral del corazón. Congraciarse sin interrupción, darse sin desmayo, volcar lo más íntimo con vehemencia, pero a discreción del que se da, poniendo un acento más festivo, un énfasis claro. También el reverso, pero ahí no merece la pena ese grado de efusión, por no agravar lo ya sabido, por evitar dar motivos. Intentar caer bien a todo el mundo es un gasto superfluo y, las más de las veces, contraproducente: no se puede después cribar ese  esfuerzo noble, el de congraciarse. No caer bien a alguien da una especie de bienestar moral, escribí una vez. Ese desafecto hacia algunos nos depura a veces, nos hace probarnos en la adversidad, sin que necesariamente haga acto de presencia. Como el que se viene abajo viendo una obra de ficción y se desconsuela o llora, pero tiene la certeza de que podrá regresar a la rutina de las cosas y no tener apesadumbramiento alguno, ni esa ese hormigueo continuo en la boca del estómago que sobreviene cuando nos cercan los problemas. También la luz está hecha de barro (otra vez cito a Rafael Pérez Estrada en pocos días) y hay que saber manejarse en ella, avanzar como si nada, a sabiendas de que todo es un pequeño párrafo en una trama de la que no tenemos idea alguna de cómo acaba. Seguro que alguien tiene ahora de mí esa idea un poco hostil y caigo mal sin motivo, por obra del azar. Ahora me viene una cita de Auster que venía a decir que nada es real, salvo el azar. De bueno, eres tonto, eso era de mi abuela, ágrafa y licenciada en pequeños aforismos, todos improvisados, conste. También debe exponerse aquí que soy de saludar a tutiplén. Es cosa de mi abuela eso, segunda vez que la cito, debería traerla más.

1 comentario:

eli mendez dijo...

Creo que hay que ser acordes con lo que verdaderamente siente nuestro interior.... sin mentiras, con simpleza... Es difícil agradar a todos...y aunque nos lo propusiésemos como meta, seguro que seria un desgaste terrible, porque es una tarea archi-difícil de lograr( y diría bastante inútil).. a veces puede confundirse una actitud de querer agradar con una de no causar conflicto...o ya que cita a las abuelas de "no echar mas leña al fuego cuando todo esta que hierve"...de conciliar...de bajar los ánimos... que en este caso..siento que es una buena salida... Dejo mi saludo y que tenga un excelente fin de semana.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.