9.7.25

Una pluma


 Para Efi Cubero, por su alada pluma

Hay asuntos admirables que no cuajan en la memoria, por más que los presencies y reconozcas su trascendencia, por mucho que los consideres tuyos y tengas propiedad sobre ellos. A la inversa, hay asuntos livianísimos que se fijan a ella y de los que no puedes desprenderte, por más que razones su nimiedad, el peso frívolo que cargas al manejarlos, pero entran y salen a su antojadizo capricho, delatan su visita, van aquí y allá y desaparecen, pero no puedes apartarlos de tu cabeza, ni rebajar su presencia. Entre unos asuntos y otros, los relevantes y los banales, bebes café, paseas, escuchas a Bach, duermes, piensas que no estás bien constituido, que algo no se adhirió a tu sustancia vital cuando te arrojaron al mundo y sigues bebiendo café, paseando, escuchando a Bach, durmiendo, por si en una de esas emanaciones del espíritu encuentras sentido al aire y al trayecto que lo aloja en tus pulmones y luego lo expulsa, por si cuadra la ecuación y tienes recursos para despejar la incógnita, pero acude la extrañeza, cunde su fulgor. Y el poeta, criatura tocada por númenes extraños, al pasear, no tiene que haber café o Bach en este relato, ve bajar una pluma del cielo y posarse en suelo, junto a su sandalia. No sabe qué pájaro hizo que su atención reparara en ella, pero la acogió y, como quien lleva a casa un gato descarriado, la hizo suya. Y registró el advenimiento puro de la poesía, que estaba en la pluma rendida por el aire y encontró los versos de otro poeta para que ese instante perdurase y no lo borrara el tiempo o el olvido, serán la misma fugitiva cosa. Son de Francisco Barrionuevo los versos. 


"Una pluma en el suelo es suficiente/ para saber que un pájaro ha pasado/ tratando de encontrar el horizonte."


Ella tiene los suyos. Los poetas tienen con qué levantar acta gozosa del temblor de lo real. 


"Las alas que sucumben en descenso.

Abrasadas de sol y de utopía".


Las alas festejan el vuelo. 

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