7.7.25

Rosendo, Chuck Berry, mi padre

 

No sé si estoy en lo ciertoLo cierto es que estoy aquíOtros por menos se han muertoManeras de vivir

Maneras de vivir, Leño, 1981

Uno no es de lisonjas, no las da ni se ofrece a darlas; las pocas que inadvertidamente se aventuran no cuajan, flaquean en el propósito que se les asigna, dan la evidencia de que se han construido descuidadamente o que nos arrebató el entusiasmo y no supimos dar con las palabras correctas, las cuadradas y cabales. Tampoco he sido aficionado a dar pábulo al rumor. Al rumor lo alimentan los cuervos, escuché o leí una vez. Lo que se escucha, lo confiado y lo cabal y lo estricto, no siempre nos convence. Le damos la atención mínima, el crédito más pequeño. Somos crédulos con dificultad, somos inocentes muy raramente, me expreso en un plural concesivo. O lo creemos todo fervorosamente y abrazamos la causa ajena. Tampoco sabe uno a qué atenerse, en qué postura sentirse cómodo, no hace falta tal vez la comodidad, está bien la zozobra, el no tener un pie en el suelo o ninguno. Hay quien se nos cruza con intención de permanecía y quien ocupa el instante únicamente y apenas nos escucha y solo se cuida de escucharse a sí mismo. Quien a la primera nos conmueve y del que sabemos con certeza que no olvidaremos, aunque no sea asiduo en adelante y lo sepamos de fiable antemano. Hay quien nos ama sin que lo percibamos. A quien le profesamos ese amor y no lo aprecia o no se percata. Quien no duda en insistir para que le abramos el corazón y quien se aplica en tener el suyo desconsoladamente abierto. Quien la pifia a poco que haga y quien lo borda sin gasto ni esfuerzo. Quien es excusado por mucho mal que produzca y quien nunca será alabado por más que triunfe. Se viene a este mundo con esos privilegios, los de caer bien, los mejores considerados, o trae uno esa condena, la irreparable, sin que se pueda borrar esa marca natalicia, sin solución ni apresurada enmienda. Hay quien cae en gracia y quien es gracioso, suele decirse. Hay quien se apura ante una leve contrariedad y quien reclama las grandes por probarse. Hay quien se ahoga en un vaso de agua y quien se divierte braceando muy mar adentro. No sé si habrá remedio para quien yerre su propósito en la vida y, siendo bueno de corazón, caiga en los brazos del mal o para quien, ocupado por las malandanzas, no logre imbuirse del espíritu de la fe en el prójimo y, por qué no, ganar a su causa eterna el agrado de Dios en su inefable residencia. Yo ando esta mañana con trajines de casa y Leño por banda sonora. Qué buenos eran. Qué alegría da el rock and roll. Hago aquí mi lisonja al gran género. No busco ningún beneficio. No me escucharán Rosendo ni Chuck Berry. A mi padre, que hoy cumpliría 89 años, le gustaban poco o nada esos ritmos del diablo, creo que él nos nombraba así cuando yo, en mis mozos años, amenizaba las tardes en casa con los discos propicios, pero ah, mi abuela, ella sí que sabía mover los pies, aunque estuviera sentado y pareciera no ir con ella el descalabro de las guitarras y el tántalo de las baterías. 

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