30.7.25

Tristeza magenta once cuatro

 


Vi al hombre del saco en un desquicio de las sombras. Era de facciones blandas y la ternura que desprendía taladraba los ojos de los árboles. Le hablé con la sangre de los héroes. Fueron los días de la clarividencia. Él se pronunciaba con el titubeo de los ajusticiados. En el libro de las revelaciones se lee que fue un heraldo de la luz. Los poetas saben qué hay en la tristeza de los derrotados. Es un olor tan solo. Una especie de puesta de largo del aire. Tengo todos los cromos del Atleli. Temporada 78-79. Reina, Arteche, Capón, Ayala. Ellos me susurran la verdad de la transubstanciación. Ahora lo veo todo claro. Es hora de proclamar la venida de nuestro salvador. Él nos anunciará el evangelio de las grandes palabras. Entraremos en el templo de los poetas olvidados. La luna será la madre de todos los profetas. Tendré por fin la luz y la luz tendrá de mí lo que insistentemente me reclama. Ella sucede adentro. Soy un ser de luz. He sido hecho para ser feliz. He comprendido la naturaleza de la ceniza antes de saber qué es el fuego. Sé de las sombras si cierro los ojos. He comprendido la suprema indisciplina de la hoja al dejarse caer y desobedecer al árbol. 

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