10.4.21
Dietario 96
Ni ver es mirar ni oír escuchar, pero vemos y oímos con la idea de que miramos y escuchamos. Para mirar y para escuchar hace falta detenerse y ese acto sencillo (de verdad que sencillo) no está acreditado como importante en estos tiempos de oscuridad y de vaciamiento. Saber cuándo se perdió la facultad de la lentitud. También está mal vista la lentitud. Corre, corre, no dejes de correr, eso dicen. Acumula, llena toda tu casa de objetos a los que luego no prestarás atención. No sabrás que tienes las obras completas de Neruda (hoy descubro que hay quien piensa que Veinte poemas de amor etcétera está pasado de moda y que no refleja a la mujer de hoy en día, valiente energúmeno) o que desde la ventana de tu dormitorio se ve un paisaje que cambia a diario. Unos días se ofrece luminoso y brincan en la lejanía unas nubes y otros, sólo hay que fijarse) es el gris el que entenebrece los tejados de las casas y hasta huele a tristeza en el fatigado aire. Estamos llenando nuestra vida de cosas. La consigna es ese llenado hueco. No podemos ordenar una habitación vacía, leí hoy, sí, pero tampoco una en la que no sabemos qué hay, aunque no quepa nada más. De entre todas las posibilidades afectivas o sentimentales o estéticas, el de día de hoy se ha escorado a la contemplación lenta de las cosas. He mirado y he escuchado. Hay días en que no hago ni una cosa ni otra. Bien lo sé.
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1 comentario:
El libro de Neruda es uno de esos clásicos que se sigue leyendo en toda Latinoamérica y también en España. Es incombustible como Bécquer y Lorca en una sociedad que tiene una relación problemática con la poesía. Puede que esa mujer que calla no sea el modelo del Me Too, pero es representativa de una tradición poética de la mujer como objeto de culto. Ahora descatalogan a Neruda y luego irá toda la poesía del amor cortés, el petrarquismo, Quevedo... Todos machistas.
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