4.7.19

Memoria

Tuve la ocurrencia de poner en orden la memoria y revisé con pulcritud lo que iba encontrando. Vi partes oscuras a las que presté una atención menor. Me esmeré en lo más relevante. En la felicidad sencilla de los juegos. En el arribo mando del amor. Hurgué ahí con temor quirúrgico, me apliqué con tiento y me sorprendió la latencia de algunos recuerdos que bien podrían haberse difuminado. No sé si la soledad en la que se encontraban pudo mudarlos y convertirlos en otra cosa, no la sucedida, la vivida y ahora reclamada. No siendo fiable ese desempeño mío opté por aceptar lo que buenamente iba acudiendo a mi solicitud, lo que el azar escogía, a su secreta manera, sin pensar en si eran verídicos o fabulados. En esa pequeña confusión, rescaté episodios fantásticos y los rejuvenecí. Tuve de ellos la impresión de que eran recientes. Como transcurridos ayer o la semana pasada. Reales. No pude evitar conmoverme, no quise evitar conmoverme. Ese viaje un poco ocioso en el que me embarqué deliberada y juguetonamente me causó una zozobra terrible y dulce a la vez. Todo estaba al alcance y al tiempo tan lejos. Tan mío, tan ajeno. Tal vez convenga no tomarse nada excesivamente en serio, no emplearse en ese hallazgo, comprender finalmente que habrá una razón para que algunos recuerdos prevalezcan y otros sucumban al veneno del olvido. La memoria es una novela de la que somos autores y actores, tramoyistas y público, inspectores del fisco y hasta intendencia policial, por si algún incidente acaece. La memoria es un juguete precioso. Hoy me he acordado de la ocasión en que, siendo niño, me quedé encerrado en el ascensor con mi prima Rosa. Se lo acabo de recordar. Ella tampoco lo ha olvidado. El olvido no siempre es voluntario. Sucede con él lo que con las palabras. Perdemos el significado. Deliberada o fortuita o adredemente. Tuvimos la memoria, pero perdimos el significado. Eso último se lo leí a un poeta hace tiempo. No recuerdo quién. Se tiene esa impresión fragilísima, la mimamos o no le hacemos ni puñetero caso. Es todo tan fácil y es todo tan difícil.

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