20.1.19
Dibucedario de Ramón Besonías 8 / P de Pop Art
A Araceli Antrás, que estamos los dos, a nuestra manera, liados con el arte pop en el aula
Hay canciones que duran tres minutos y en las que caben todas las tragedias de Shakespeare. También hay canciones que duran dos, pero cuestan más: lo pequeño en ocasiones tarda más en tenerse claro que lo grande. Hay cuadros de los que se tiene la idea inmediata de su majestuosidad, percibimos cómo nos sacuden por dentro, lloramos ante la evidencia de la belleza, débiles y agradecidos ante ella. Hasta hay amor en esa contemplación brevísima. Hay más agradecimientos: el de la inspiración. Existe, anda por ahí, se envalentona y toma el rehén que desea y hace que el arte resplandezca. Todas esas epifanías son constatables. Basta entrar en un museo o leer un libro o escuchar música, por no ahondar más. Bueno, pues todo está muy bien, pero el arte pop no va por ahí, no del todo, al menos. No pretende que nos emocionemos, no es una catedral, ni busca que se le dé casa en un museo. No es nada noble ni con afán de perdurar, aunque después perdure y rubrique su capacidad de fascinación en quien lo mira: su único anhelo es convertir en objeto artístico cualquier cosa que, en su definición, carezca de toda posibilidad de contener una mínima brizna de arte. Es muy democrático el arte pop. A un personaje de Woody Allen le daban ganas de invadir Polonia cuando escuchaba música de Wagner. A mí me dan ganas de tener quince años cuando veo un cuadro de Lichtenstein. Es la edad pop la de los quince. Luego se echa todo un poco abajo. No vemos los colores de las cosas, no nos fijamos en lo felices que nos hacen, sino en si serán capaces de entretener el rato del que disponemos entre una cosa y otra. En un piso de alquiler que tuve cuando empecé a trabajar puse unos cuantos pósters. Recuerdo uno de Chet Baker tocando la trompeta, el del skyline de Manhattan (yo soy muy de Manhattan) y uno de Lichtenstein con una pareja en un coche, ella muy rubia, él muy moreno. Ya no pongo pósters, no sé si es que no tengo edad. Seré menos pop, qué le vamos a hacer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Prontuario de inocentes (César Rodríguez de Sepúlveda y Emilio Calvo de Mora)
El entusiasmo infantil muere al morir la inocencia. El niño permanece mientras ignora las reglas del juego. ******** El inocente ignora la...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
-
Con suerte habré muerto cuando el formato digital reemplace al tradicional de forma absoluta. Si en otros asuntos la tecnología abre caminos...
-
Celebrar la filosofía es festejar la propia vida y el gozo de cuestionarnos su existencia o gozo el de pensar los porqués que la sustenta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario