17.1.19

Dibucedario de Ramón Besonías 5 / M de Moby Dick





El Pequod sigue a la caza de la ballena blanca. El capitán Ahab es un fantasma. Eso no lo dice Melville, pero es la conclusión que uno saca a poco que lo conoce. Cuando acabé de leer Moby Dick, pensé en la Biblia, pensé en Dios, pensé en la búsqueda de la verdad, que es algo a lo que no alcanzamos, por más que vivamos, por mucho que recemos a ese Dios o a cualquier otro al que se acuda. Incluso no teniendo Dios a mano, ni rezando. Tal vez todos tengamos un Moby Dick dentro, algo que nos hayamos propuesto alcanzar y tengamos una vida entera, la que nos reste, toda la que esté por delante, para conseguirlo. Tiene la trama de Moby Dick el mismo punto de fe que la propia religión. Da un poco de miedo el libro en la balda. Lo miro con el respeto que no me provocan otros libros. Cree uno que la lectura no ha acabado. No sé si he soñado alguna vez con la ballena blanca. Es probable que sí y que no tengo recuerdo alguno de ese viaje. Tenemos dos vidas y de una de ellas no sabemos absolutamente nada. Luego está el color blanco. Es lo que más inquieta en todo el simbolismo de la novela. El blanco como representación del mal. La pureza como engaño. 

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