Abrazamos poco y abrazamos mal, no se sacia uno en el abrazo, casi nunca hacemos que dure, se aplica con brevedad, como temiendo que estemos haciendo mal o que el abrazado no corresponda y eluda los brazos como pueda y se zafe. Tenemos ese miedo antiguo a manifestar nuestros sentimientos, no se nos ha educado para el abrazo. El cuerpo sigue un territorio complicado. Al alma le hemos dedicado infinidad de libros, se le han construido templos, se ha volcado en ella la esperanza del porvenir, pero el verdadero futuro está en la expresión limpia de los cuerpos, que a veces son un obstáculo, cuando deberían ser un puente o una casa. Nos tocamos unos a otros poco y tal vez mal, como con prisas, sin extenderse, en la creencia de que hay algo reprobable en el abrazo, algo que puede ser amonestado o reprendido. Había un poema que pedía que nos abrazáramos más. Creo que era de Benedetti, es cosa de buscarlo. Galeano tiene un libro entero.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Decir y no decir
Tuve un amigo de extraordinaria facundia. Hace una vida que no le veo. Tengo la idea de que era inasequible al desaliento verbal. Hablaba ...

-
Con suerte habré muerto cuando el formato digital reemplace al tradicional de forma absoluta. Si en otros asuntos la tecnología abre caminos...
-
Hay cosas que están lejos y a las que uno renuncia. Tengo amigos que veré muy pocas veces o ninguna. Tengo paisajes en la memoria que no v...
-
Tinto Brass , en cierto modo, es un viejo verde con una cámara: uno del tipo que cambia los Anales de Tácito o las Obras Completas de Giaco...
No hay comentarios:
Publicar un comentario