Visto de cerca, nadie es normal (Caetano Veloso)
Hay una tendencia a declararse uno normal, a no creer padecer desviación, ni a inclinarse por ninguna conducta reprobable. La idea de que la normalidad prevalezca sobre todas las demás consideraciones (incluso las más retorcidas) es antigua y ha traído más de un problema. Uno de ellos consiente la credulidad con la que observamos nuestras extrañezas y la incredulidad dispensada a las ajenas. Nada que hagamos nos turba, ni azora. Estará mal la contención en el gesto, el echarse atrás cuando algo nos pide excedernos y dar de nosotros lo reservado y no siempre prudente. Ser entonces normal a rajatabla, sin dejarse invitar por algún desatino útil o por algún capricho preciso, cuando es esa anomalía la que mueva la dinamo de la vida, cuando la retención de placeres únicamente enturbia y emponzoña. Visto de cerca, nadie debería ser normal. Conviene un pequeño delirio en la mirada, un ansia por ser otro o por dejar de ser uno mismo el tiempo requerido para probarse y, llegado el caso, regresar al pudor y a la cartesiana elocuencia de la rutina. No sé si hoy podría ser el día. Tal vez mañana. Quién sabe.
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