22.9.25

No querer ver morir a quien se ama


Se atribuye a Greta Garbo la triste sentencia de que la vida sería maravillosa de saber qué hacer con ella. Andrei Tarkovsky dijo que si buscas un significado, te perderás todo lo que sucede. T.S. Eliot escribe en sus cuatro cuartetos “tuvimos la experiencia, pero perdimos el significado”. Hacemos tolerables la penuria y la desgracia por esa conformidad parecida a la del que cae de una séptima planta y, yendo por la segunda, comenta a alguien asomado a una ventana: “De momento la cosa va bien”.  Somos optimistas a veces sin que sepamos por qué. Como si ya vivir bastase y el futuro, el que viniera, fuese una bola extra en una de esas maquinitas de pinball que entretenían nuestra mocedad en los bares. La cosa va bien. Hay con qué amenizar la caída. Hasta podemos ignorar los motivos de esa alegría pequeñita con la que a veces el día fulge como una estrella de cien puntas de puro y limpio fuego. Arderemos, sí, pero la combustión es lenta y no tenemos manera de aplazar la ceniza. Y no querer ver morir a nadie a quien se ame. Hay cuatro verbos en esa frase. Tres de ellos van en comandita, bien trabados. El lenguaje es un juego. Como vivir.

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