24.9.25

En 3746

 




En el 3746, mi cumpleaños cae en viernes. Creo que ese día tiraré la casa por la ventana e invitaré a cenar a todas mis apreciadas amistades. Beberemos whiskey irlandés del bueno y cervezas checas, daremos cuenta de las viandas más exquisitas, pondré rock progresivo de los setenta, vestiré como un astronauta naïf y recitaré versos de algún poeta contemporáneo. Imagino que entonces todavía habrá poesía y se editarán libros. Tal vez los libros sean una reliquia, objetos de una época en la que leer todavía era una herramienta de conocimiento y de jolgorio intelectual. El calendario del iPhone es inagotable, infinito como los números que maneja. Yo creo que es una broma metafísica. El humor tiene un algoritmo. Hagan planes para el futuro, no tienen mucho que perder. Planeen fiestas en las que se celebre el vuelo de un ave en la lejanía o el advenimiento del frío cuando el verano concluye. Concédanse la posibilidad de que la inmortalidad sea una aspiración legítima.  Los constructores de las tripas de Apple son unos cachondos. No sé si demandarlos por crear expectativas falsas. 

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