21.4.20

Nube



Tener la vocación pasajera de la nube, 
de la que apenas tenemos idea de si avanza 
con lento apremio o está distraída
en la alta bóveda del cielo que la cobija.

Si la entenebrece el aliento de la lluvia
o una inminencia de tormenta la desquicia
y hace volutas en el aire, desencajando
su volumen de caballo sin jinete ni brida.

Insensata nube, aliento promiscuo, 
no tienes pudor, no conoces la prudencia.
Eres hermosa como cuerpo recién amado.
Consiste en huir tu belleza no repetida.

Creces en tu alta melancolía exiliada,
Asciendes a un cielo del tamaño de tu fuga.
Nube con pedacitos de pan, nube hecha ancla,
concédeme el milagro de tu danza.

Temblorosa, tu jadeo presagia semilla.
Por la gracia absoluta de tu entrega,
el mundo es un ansia en el paisaje,
una honda plenitud, un pulso sagrado.

Oficio de nube en la urgencia del azul.
Catedral en el aire ancho y ajeno.
Frágil fiebre de espuma, acto de pura luz.
Elocuente y huidiza, trama sin propósito.

A diario te miro y te interrogo.
Ah, nube en el mapa de mis ojos.
Pronuncio tu nombre, lo proclamo.
Es tan pequeña mi voz, tan alta tu cumbre.

El día se demora en tu danza como pájaro.
Las horas ebrias de ti festejan el vuelo.
Mi alma es un fasto invisible, un recado secreto.
Blanda nube, sola y perfecta, hazme tu vigía. 


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