20.9.18

Decálogo (II)

1
Vivir con absoluto desparpajo.
2
Ser poeta para qué si T.S. Eliot murió solo sin que una sola línea suya lograra poner cerco a la muerte, brida al vasto olvido.
3
A veces consiente una opulencia de olores la noche, oro suspendido en el aire, tristeza que de lejos anuncia la inútil contienda de los abrazos.
4
Los días fingen ser versos. La vida, literatura.
5
Hay una ebriedad invisible. La voz, trémula, percute el aire alucinado. Las palabras festejan la luz mordida, el eco frívolo, el tiempo tan breve. Se duelen, resaca adentro, rotas. La luz estalla en un adjetivo.
6
Qué almíbar en la sangre.
7
Anochece en el azucarero. Taconea, pasillo abajo, la tristeza. Se ven tan poca cosa sus perritos que, a la luz de las linternas, parecen algas.
8
El secreto donde aguarda es en la sílaba más oscura. Aire que herido a lo lejos pulsa la luz con su música ebria de fatigar los cuerpos. El amor se presiente y se deja amar y en el abrazo muere.
9
Arde lo que importa.
10
Las avenidas en Hollywood, de noche, siempre conducen a un desvarío. 

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