He aprendido (o recordado, no sé) en este fin de semana que la poesía lo abarca todo y lo impregna todo. También, entre otros deleitosos asuntos, que el tocino vive en fango y muere en vino. Hemos sublimado la animalidad del cerdo, su gozosa y aprovechada (y no suficientemente prestigiada) presencia entre nosotros. Agradezco a José Puerto Cuenca la invitación, él es el perpetrador (que no ideólogo, ese honor es de Pascual Rovira, asnólogo cósmico, aparte de magnífico y divertido anfitrión) de estos recitales. Dejo el poema con el que he contribuido al marrano acto y unas cuantas fotos.
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1 comentario:
Gracias por la reseña y por tu brillante participación, Emilio. No te tengo que decir cómo me he alegrado de que vinieras y de que los problemas de salud menguaran para permitírtelo. Que sigan menguando. Un abrazo
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