A la chica le gusta presumir de hombre, pero en el fondo sabe que en los moteles baratos de las comarcales en los que se esconden las alfombras son amarillas de nicotina y sudor y que la muerte les ha reservado una línea en la trama. Atrás, justo después de los títulos de crédito, mamá prepara un tazón imprudente de leche malteada con copos de cereales. En la radio suena el jazz de una de esas orquestas que tocan en la gran ciudad mientras afuera, en la calle, un cláxon ahoga el júbilo y dispara la realidad como un fogonazo de tristeza. Los disparos, no lo saben, llega en el minuto ochenta del metraje.
29.10.07
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2 comentarios:
El cine negro sólo precisa de una chica guapa empuñando una pistola para tener entidad. Es su ventaja. Su defecto, que probablemente sea el género que más obras maestras ha aportado al cine. El listón está tan alto que a muchos le produce vértigo intentar saltarlo.
No sé quién escribió que para hacer una película buena sólo hace falta eso, una mujer y una pistola. Todo muy fálico, pasto de elucubraciones freudianas, pero acertadas siempre. El noir, que a mí me gusta decir negro, en fin, es el género más afín a quienes llevamos una vida aburguesada y cínicamente acomodaticia - ya sabes, vivimos bajo techo, comemos todos los dias, no tenemos cuentas con la justicia, no hemos tatuado en nuestro corazón el estigma de la venganza - pero nos sentimos hermanados en el vértigo con los parias éstos, con toda la fauna de personajes absolutamente adictivos que pueblan el cine de pistolas y femmes fatales al borde de una carretera, en un puticlú o en la barra de un bar. Es la vida. Cuídeseme hoy usted, amigo.
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