27.9.24

Un cielo lento y exacto


   El cielo en Villafranca de Córdoba 
(Fotografía propia)

Al cielo se le adjudican con frecuencia atributos que no detenta ninguna de sus manifestaciones tangibles, las que alguna circunstancia sobrevenida prende en su bóveda de azules o grises con los que continuamente nos interroga. Porque probablemente haga eso desde el abrumador principio de los tiempos: interpelarnos, obsequiarnos con preguntas, pedirnos un oficio, hacer a veces que lo relevemos del suyo meteorológico. 

A mí me gustan los cielos lentos, los exactos. Me da por buscar en su cartografía del aire un punto fiable al que pueda acudir y en el que encontrar algún consuelo no ofrecido por la tierra. La impericia no me desanima. Insisto. Dentro de poco, cuando el día claree y dé sus bostezos primerizos, miraré hacia arriba. Pediré fuerza para escalar la cumbre de la vigilia y esperaré al sueño para volarme y festejar la recia complexión de mis alas. 

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