1.9.24

Historietas de Sócrates y Mochuelo / La duración de la alegría


 No estar contento nunca con nada, leer en el dorso la fecha de caducidad de lo que nos esté haciendo felices y contener el entusiasmo, añorar el calor cuando arrecie el frío, preferir no apegarse demasiado a las cosas para que su ausencia no nos lastime en demasía, ser como Mochuelo, que ha alcanzado la sobriedad absoluta y a todo le aplica la mirada que menos le dañe y se gusta en esa distancia en la que ejerce de espectador atentísimo de las pequeñas y de las grandes peripecias del alma humana. Se puede querer actuar como Sócrates y no arredrarse cuando algo le urge a reír o a llorar o a hacer ver que está feliz hasta las trancas o que todos los dolores del mundo son también los suyos. La pena que sufre es la de todos. También la euforia ajena es la propia. No hace nada por ser como es. Tampoco Mochuelo. Uno ve el mundo como querría verlo y el otro como posiblemente sea de verdad. 

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