2.6.19

El rito de la cerveza


Mi amigo José Antonio me manda unas botellas de cerveza en paquete postal. Marcas que no conozco y a las que busco momentos especiales en las que consumirlas. Pienso al tomar la primera en lo poco que celebramos las cosas de diario. Las festejamos poco o nada. Son más nuestras cuando no las tenemos. Borges lo escribió mejor: “Sólo es nuestro lo que perdimos”. Nos repetimos en la creencia de que lo probado y habitual no nos perjudicará, pero tal vez sea justamente al contrario y lo inédito o lo inusual contengan más vida que la vida en bucle a las que nos entregamos con acelerada fiereza. Hay tanto que tuve y de lo que carezco como cosas que tendré y no conozco. Queda el ahora, tan frágil y tan etéreo, tan liviano y tan veloz. Tardamos una vida el darnos cuenta de que no hay otra. Así que al regalo de José Antonio, las cervezas y un librito estupendo de Ray Bradbury, les estoy dando tiempo. Quiero que duren. Me obligo a retrasar el momento de bebérmelas. No se me ocurre mejor evidencia de la gratitud que siento hacia mi buen amigo. Las cosas tomadas más a la ligera tienen también su encanto, pero después, al pensar en ellas, caemos en la cuenta de que quizá pudimos hacerlas durar más. Cuando no están se apropia uno de ellas con mayor propiedad. De ahí la fascinación por el pasado. La memoria es un artefacto lúdico. Podemos entretenernos fiablemente en ella, depositar el pulso del ahora, el peso inasible del presente y la inminencia asombrosa del porvenir, de cuanto sucederá y de lo que no tenemos noticia. La literatura, siempre vuelvo a la literatura, concede llaves, brújulas, mapas que nos facultan para maniobrar el trajín de los días juntamente con la zozobra de las noches. Con mi amigo Antonio Sánchez, hermano mayor, hago continuos ritos alrededor de la cerveza. Somos feligreses de su parroquia de trigo. En breve, ojalá pronto, José Antonio Zamora, hermano menor, despachemos cerveza en una barra, hablando de Scorsese o de Springsteen. Palique tenemos. La birra navarra de la foto fue maravillosa, por supuesto

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