Something wild, Jack Garfein, 1961
Se quiere ver como ven los demás, no se inventan excusas, no hay argumentos con los que no echar el paso al frente y unirse a los otros. En cierto modo, hemos sobrevivido porque hemos compartido. La humanidad necesita un patrón que la cohesione, una especie de modelo estético o ético o económico en el que perderse entre la masa. Todas las religiones han partido de este precepto: si se venera al mismo dios, se cultiva la misma tierra y se reparten sus frutos o se pasean los mismos senderos y se cuidan para que nadie los arruine y se echen a perder. Con el arte sucede lo mismo. Adoramos la belleza, la sublimamos, nos inclinamos ante ella como el que se postra ante su divinidad, porque nos hermana, nos permite llorar juntos o reír juntos o aprender juntos. Somos una raza noble, aunque todavía emporquemos esa nobleza con la barbarie, con la brutalidad. Somos esa niña que camina con incredulidad hacia no sabe bien dónde. Sabe que otros anduvieron antes, sabe que vendrá otra. Al final quien sobrevive es el cuadro. Es el cuadro el que hace que el mundo gire.
1 comentario:
Tantas cosas que lo hacen girar, y tantas que piden a gritos que se pare.
Carlos Manuel Martos
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