Lo dijeron Horacio y el Barroco:
cada hora nos va acercando un poco
más al negro cuchillo de la Parca.
¿Qué es esta vida sino un breve sueño?
Hoy lo repite, a su manera, el Marca:
en junio se retira Butragueño.
Miguel D’Ors
Uno hace balance de casi todo. Se pone a hacer cuentas o hacer corazones en un cristal y se le cae el mundo encima o se emboba al ver las nubes fatigar el cielo sin alardes. Hace balance de lo bueno y hace lo de malo, pero cuesta elegir qué fue lo que nos salvó, qué extraño azar matrimonió el júbilo a nuestro paso y qué emoción pura se eleva sobre las demás y queda ahí, expuesta, sublime, terca, imborrable. Hoy he pensado en un poema de Roger Wolfe que se llama Hay gente y que me gusta muchísimo. En él nos viene a contar (es un poema muy a su manera, narrado, envalentonado) que hay gente que se cree viva porque lee la prensa o porque hace el amor a su mujer una vez al mes o tres veces al día. Gente que toma café con los amigos y sueña pertenecer a una mafia. Se creen vivas de esa forma. Gente que tienen un piso en propiedad y un coche a plazos o una fanegas de tierra que heredó de los ancestros y que le confortan en mitad de la noche cuando le agobian los números. Gente que confía en los otros y dejan que confién en ellos. Que salen a pasear al perro y piensan en filosofía o en cómo va la liga BBVA. Gente huraña que son encantadores en la intimidad y gente encantadora en la barra de un bar y que luego espantan en casa a los suyos. Se creen vivos por estas cosas. Uno puede estar vivo por una infinidad de cosas y cada uno elige las suyas. El caso es contar con algo en mitad de esas noches de angustia. Hay ocasiones en que vale un cuerpo amado y otras en las que necesitas un poema de Ángel González o de Miguel D'Ors, aunque sea de derechas. Vale también un Jack Daniel's oyendo blues del delta o un paseo improvisado por las calles cerradas del alba. Yo aspiro a muy poco y tiendo a contentarme con las más escasas vituallas posibles. Me gusta leer el Marca o el As por la mañana y saber si Kaká vuelve para Navidad o para Semana Santa y escuchar después en el trabajo a los amigos lo que se les antoja sobre el fin de semana o sobre la eternidad. Sé de dónde vengo y con quién me rozo. A veces prefiero un poema en mitad de la noche a casi cualquier otra cosa. Uno de esos poemas que hablan sobre la fiereza de la vida, sobre el óxido cabrón de su cubierta y luego terminan bajando la testuz y hocicando los vicios en Butragueño. Yo tengo amigos a los que no conozco que levantan cabeza con la poesía. Con lo que hay dentro. Gente que está viva porque hace balance y saca poemas como quien saca un jodido ERE. Felices 53, Luis. Uno de estos días echamos una caña en mi pueblo. Vale cualquier otro. Ya lo hemos dicho algunas veces y no se ve término.
Otro de Wolfe. Para cerrar.
RELATIVIDAD
La vida a veces
es como despertarse
en medio de la noche
aturdido y confuso,
absolutamente anonadado,
forzando ojos alelados
para ver las agujas del reloj:
no acabas de darte cuenta
de si son las seis y cuarto
o van a dar las nueve y media.
La cita, en todo caso,
es la misma para todos.
De modo que ya sabes: despacito,
que esto va que se las pela.
.
2 comentarios:
Muchas gracias por tus palabras, chiquitín... tengo ya unas ganotas de esa caña...
Un abrazo fuerte.
En todo de acuerdo, pero lo de chiquitín queda a ese lado afectivo que siempre pones en tus sustantivos, muchacho.
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