Mi amigo Curro Linares adoraba las portadas de Yes. En el paseo marítimo de Fuengirola suele haber artistas eventuales que inventan dibujos con aerosoles que no desmerecen a la imaginación de esos discos antológicos. Pienso en Tolkien, en los hermanos Grimm, pero sobre todo recuerdo a mi amigo Curro, que se perdió en gintonics y en tabaco negro y en solos de guitarra fantasma mientras el tiempo le iba borrando el entusiasmo y le hacía irse muriendo sin estrépito. Además nadie como Curro cantaba a los Beatles. Absolutamente nadie.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Cabos sueltos / Miniaturas del decir popular
Qué van a ser cabos sueltos: están ensamblados, forman un corpus coherente, muestran un modo de sentir, hasta un festejo de la vida. La inc...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
-
Almodóvar c arece de pudor. Hitchcock tampoco era amigo de la contención. Cronemberg ignora la mesura y se arriesga continuamen...
-
E n ocasiones, cuando se ponía sentimental, mi padre me concedía una parte suya que no era la acostumbrada. Abría el corazón, mostrab...
2 comentarios:
No conozco, claro está, a Curro, pero es un sentido homenaje. Lo de Yes es la aventura del rock de los setenta, junto con King Crimson y Genesis, la más grande. Saludos.
Es un bonito homenaje, Emilio. Lo es. Conozco casos similares que dan cuerpo a eso que suele decirse sobre el lugar adecuado en el momento indicado. La suerte mora allí, dicen.
Publicar un comentario