Hubo un tiempo en que escuchaba Sister of mercy o Suzanne o Bird on a wire y entraba en una especie de melancolía sublime de la que era casi imposible extraerme salvo que el techo se viniera abajo o alguna rutina insoslayable me raptara de ese trance y me incorporara a la vida ordinaria, justo a la vida que no está jamás en la música de Leonard Cohen. Ahora acaba de salir este doble disco recopilatorio grabado en directo en Londres y estoy absolutamente hipnotizado. No he podido salir de su belleza ni puñetera falta que hace. Se me repiten, en eco, en gozoso eco sin cansancio, las letras y las guitarras limpias y los acordeones y hasta esos coros perfectos que el viejo poeta siempre supo buscarse. Está impecablemente grabado y las canciones elegidas con mimo, sin que nada falte y nada (prodigiosamente) sobre. Versiones largas. Texturas musicales idoneas. El bardo entregado a su feliz parroquia de iniciados. Luego está eso de que su última amante le ha sacado hasta la última perra de la cuenta de ahorros y que el hombre necesita de estos frívolos ejercicios monetarios para recuperar el vigor esquilmado. Se le perdona. El cancionero es el que sobrevuela la letra rosa y nos sobrecoge una vez más.
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2 comentarios:
Yo también me perdí muchas veces entre los versos de este grandioso poeta. No tengo todavía ese CD pero está entre mis prioridades. Espero volver a disfrutarlo como siempre.
Besazos.
Dance me to the end of love, que arranca el disco, hace que no dejes de escucharlo. Hasta el final. Que sea una prioridad, que lo disfrutes. Ya me contarás.
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