K. tuvo un sueño. Más que un sueño, pensado ahora, parece la revelación de un secreto. Es una voz el sueño entero, le dije. Me lo ha contado hoy, a su manera. Transcrito a la mía, perdida la sustancia misma del sueño cuando K. se despertó (primero) y cuando me lo confió (más tarde) viene a ser más o menos así.
"A uno le fuerzan a cosas que no desea. Por más que se niegue, acaba concediéndolas, les da la normalidad que tienen otras que considera enteramente suyas. Acepta sin chistar lo que antes le irritaba, no se altera con esa cesión, no exhibe ningún gesto que haga comprender a los demás lo contrariado que estás. No importa qué edad se tenga o cuanto se haya vivido. Tengo mis principios, pero si no les gustan he aquí éstos otros, dijo Groucho Marx o le hicieron decir, no sabe uno. Es la propia palabra, principios, soltada en plural, la que no tiene el prestigio que tuvo. Se mira de reojo a quien la esgrime, se ve en él a quien fuimos antes de abandonar el primero de esos principios y abrazar enérgica y convencidamente otro que, en los más de los casos, tampoco habría de durar mucho, reemplazado por otro y así, en vertiginosa fiebre, ad nauseam, hasta que la palabra (principios) pierde por completo su significado. Tuvimos las palabras, pero perdimos su significado, dejó escrito Eliot. Tuvimos los principios, pero resultaron caros.
Nos dijeron:
todo lo que has hecho hasta ahora no vale para nada, te lo arrebataremos, podemos arrebatártelo, no tienes que decir nada, sólo acata, calla y acata, sigue tu labor en el mundo, pero en adelante no pienses por tu cuenta, no creas que se te ha dado ese derecho, no saques la conclusión de que todos estos años te concedieron alguna capacidad de decisión, todo lo escribimos nosotros, somos nosotros los que abrimos el teatro, colocamos el escenario y escribimos la trama, también los que sentamos en las butacas al público y los que los despedimos en la puerta cuando la función ha acabado, tú sólo debes subir a ese escenario y recitar de memoria todo lo que has aprendido, podremos cambiar el guion a nuestro capricho, podremos incluso retirarte del casting, basta con que digas una palabra fuera de las previstas o que hagas un gesto más allá de los esperados o que repliques o manifiestes que no apruebas el argumento, no se ocurra cuestionar nuestra autoridad, llevamos años ejerciendo este oficio, otros lo hicieron antes, vinimos a que se cumplieran las leyes, no nos importa quién las escribió, nuestra labor es hacer que se cumplan, registrar todos los requerimientos, dejar constancia de lo equivocado, de las cosas en las que no cumpliste.
Y entonces fue cuando decidimos no tener principios, ni guiarnos por otra brújula que la de la supervivencia. En el fondo eso era lo que deseaban. Que abdicáramos. Que les dejásemos moverse a su aire. Que no abriésemos la boca. Que no hubiese ninguna opinión. Que sólo importasen las leyes"
18.11.17
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