12.11.10

Los libros del poeta

Foto: Lorena Mingorance

La biblioteca tiene 35.000 libros. La cifra estará ya superada. No hay vida para leer todo eso, pero sé que algunos darían la suya por entrar en ese santuario y tocar los lomos, sentir el peso de la cultura, el hondo legado del hombre allí depositado, expuesto, convertido en una especie de templo con su dios accesible. Si la biblioteca de una persona es su biografía, la de este poeta aquí fotografiado (del que he hablado con admiración hace un par de días en este blog y que ahora no cito) es una biografía fantástica. Himes. Lorca. Julio Verne. Darth Vader. Obelix. Homero. Aristófanes. Chesterton. Voltaire. Stevenson. Hasta se confesó admirador del manga. Estoy extasiado con la foto. Me agrada saber que mi astronauta zurdo va a reposar en alguno de esos anaqueles. Mi biblioteca es modesta y crece a trompicones. Mi afán lector no decae, pero hay ocasiones en las que uno no encuentra huecos, rincones en donde perderme en los libros. Esta noche empiezo uno de Jesús Aguado. Seguro que está en la foto.



7 comentarios:

Carrera dijo...

Tengo una biblioteca en la que viviría. Si no lo hago es porque tengo mujer y tengo hijos (propios y ajenos, ya todos míos) y tengo un oficio (que tiene un poco que ver con los libros) y tengo aficiones extralibrescas como el fútbol o el ajedrez. Pero al ver la biblioteca de este poeta, del que no he leído nada, y que voy a leer, sin duda, me dan ganas de encierrarme, de verdad, de negar el mundo y de negar la realidad y refugiarme como un esclavo en mis libros y vivir allì, entre piratas y adjetivos, rodeados de historias que ls demás urdieron para que yo las lea. Leer, ah Emilio, ese es el verdadero gozo. Un mundo debajo de este mund cmo escribía tu admirado Borges. Nos quedarán varias vidas y las aprovehcaremos leyendo.

Ramón Besonías dijo...
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Ramón Besonías dijo...

A mí también me sigue atrayendo ese mito romántico del sabio lector, entregado a sus libros en una cueva oscura, a la luz del candil, sentado en un mullido sillón de piel (con o sin perro a sus pies). También me seduce ese sueño aristocrático del sabio feliz, entregado a sus asuntos, un tanto autista ante los asuntos mundanos.

Pero como dice Carrera, debemos entregarnos a las contingencias, que son también un reclamo jugoso, no sólo una necesidad.

No creo en el lector autista, lo repudio, pese a que me seduce. Sé que esa vía de conocimiento conduce al esceptiscismo y el aislamiento social. A creer que el mundo, fuera de nuestro universo literario, es un espejismo aciago.

Nadar en lo cotidiano es un ejercicio de salud para quien tiende a viajar a través de sus lecturas, olvidando que la vida crece a su alrededor.

Borges es un arquetipo perfecto para describir esa actitud autista ante el mundo, ese ser que habita en las fabulaciones, pero fuera de ellas es un fantasma.

La fascinación por el arte es necesaria, terapéutica, puro hedonismo. Pero yo personalmente necesito a dosis según el tiempo salir y respirar realidad. Sin ella la fabulación nos convertiría, como a Borges, en sombras errantes, ajenas al devenir cotidiano.

Buen fin de semana a todos.

Anónimo dijo...

Me abruma la cantidad, prefiero tamaños más discretos. Una bibllioteca usable, cercana, en donde sepa en donde está todo y cada libro cuente una historia mía, personal. No obstante, ole sus huevos.

Rafa

Anónimo dijo...

Tremendo. No alcanzo a comprenderlo. Y quién limpia todo eso ? La chica ?

una animal fonética

alex dijo...

La pared compuesta por libros es la utopía carnalizada en película inglesas de mansiones interminables. La sed.

Emilio Calvo de Mora dijo...

No dices nada que no entienda, Carrera. Yo mismo, así visto, vivo también entre todas esas pasiones. La familia, el trabajo, los amigos: todo a veces incomoda la vida esparcida, libresca, rodeada de gadgets, de vicios tecnológicos, de soledades buscadas, pero vivimos en el mundo, en el mundo compartido. No hay vidas, pero ésta es buena.

El lector autista es un lector estéril. Leer sin compartir, ver cine sin compartir, tener esa cultura sin que se divulgue, sin darla, sin recibir la de otros... No es buena cosa, Ramón...Excelente comentario, amigo.

Yo no sé. Me encantaría tener una biblioteca así. Poder entrar, buscar, elegir, vicios, al cabo. La mía es discreta, grande a veces, pero es una minucia. Minucia que ya no cabe en donde la alojo, Rafa...Ah: ole los suyos.

"La pared compuesta por libros es la utopía carnalizada en película inglesas de mansiones interminables. La sed." Sí, Álex. Cómo contarlo mejor.

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